Las langostas tenían tan mala reputación porque eran extremadamente abundantes, los primeros colonos podrían simplemente caminar hasta la costa y recogerlos porque se arrastrarían a la costa en masa.

Debido a su abundancia y a su presencia poco deseada, comenzaron a darlas como alimento tanto para la servidumbre, como para los presos, familias que no podían pagar por algo “mejor”, las vacas y los cerdos. Por este motivo, se decía que las langostas eran el alimento "para pobres". Incluso las tribus indígenas que vivían cerca de la costa usaban langostas como fertilizante o cebo para peces en lugar de consumirlas.

En ese entonces, las personas pagaban 53 centavos por libra de frijoles horneados en Boston y pagaban solo 11 centavos por una libra de langosta, así que era bastante común que se sirviera a los gatos.

Existen algunas anécdotas interesantes alrededor de las langostas en esos tiempos, por ejemplo:

• El político de Kentucky, John Rowan, dijo una vez: "Las conchas de langosta en una casa se consideran signos de pobreza y degradación". Debido a esta declaración, las personas enterraban los caparazones de langosta en su patio trasero para evitar que sus vecinos los vieran.
• En una ciudad de Massachusetts, los sirvientes de las grandes mansiones incluso demandaron a los dueños porque les estaba dando “demasiada” langosta. Ganaron la demanda y acordaron que solo podían ser alimentados con langosta, a lo sumo, tres veces por semana.

Hacia finales del siglo XIX, a medida que los ferrocarriles comenzaron a expandirse en todo Estados Unidos, las compañías ferroviarias decidieron servir langosta porque era barata, abundante y principalmente desconocida para los pasajeros quienes la encontraban deliciosa y exigían más.

Tal fue el éxito entre los turistas que viajaban en el ferrocarril, que comenzaron a correr la voz sobre el "lujoso y exclusivo" platillo de Estados Unidos, los rumores no tardaron en llegar a Inglaterra, por lo que se comenzó a solicitar que llevaran las langostas a dicho país y así fue como se popularizó como un platillo único.

Fue durante este tiempo que la carne de langosta también se estaba enlatando y vendiendo en todo el país, lo que impulsó su demanda aún más.

Debido a esto, el precio de la langosta comenzó a subir excediendo por mucho su costo real, y de ser ‘comida para pobres’, pasó a ser un platillo caro y que solo los ricos podían acceder a él.

En consecuencia, para la década de 1920, había menos langostas, pero su demanda continuaba en aumento. Para la década de 1950, la langosta ya era conocida como un “manjar” y se había convertido en un platillo caro y exclusivo.