Solemos apreciar y presumir el proceso artesanal de la elaboración de la tortilla, pero difícilmente nos concientizamos que implicaba arduas horas de trabajo moliendo el maíz, dándole forma a la masa y calentando una a una... un proceso que prácticamente mantenía a las mujeres esclavizadas en la cocina.
El metate ha sido para la raza mexicana como una maldición que ha pasado de generación a generación, desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, sobre nuestro pobre pueblo; el metate ha sido una especie de esclavitud para la mujer mexicana que ha gastado sus fuerzas, su salud, su tiempo en la miserable tarea de moler el nixtamal día por día, para que almuerce, coma y cene toda su familia, sea grande o chica, pero siempre consume las tortillas por docenas cada vez que toma sus alimentos (…). ¡Infelices mexicanas! Nos causa compasión verlas encorvadas, con las manos, las rodillas y los pies encallecidos en un trabajo remunerado tan vilmente.
…hemos experimentado una verdadera alegría al contemplar la generalización del molino de maíz cocido, que afortunadamente se halla en uso desde el estado de Guerrero hasta el de Nuevo León, aunque en pequeña escala todavía, pero con tendencia creciente a la sustitución del metate maladado. ¡Cómo ansiábamos la llegada de ese día venturoso para nuestras compatriotas de la clase más humilde! (…) ¡Bendita invención! Que viene a libertar el sexo femenino de nuestro suelo, permitiendo sin duda que consagre sus energías a mil trabajos que si pueden ser tan duros como el del metate serán sin duda más productivos.
Fuente: “La esclavitud del metate”, El Faro, October 1, 1902
Autor: ECR